La AAL rinde homenaje al académico Antonio Requeni.

Academia Argentina de Letras

Homenaje a Antonio Requeni

13 de Septiembre de 2015

La Academia Argentina de Letras (AAL) celebró el pasado 10 de septiembre la sesión pública en reconocimiento al académico de número Antonio Requeni con motivo de cumplirse cincuenta años de la publicación de su libro Manifestación de bienes.

En el acto intervinieron el presidente de la AAL, José Luis Moure; los académicos Rafael Felipe Oteriño y Santiago Sylvester, y el homenajeado, quien ocupa el sillón «Miguel Cané» de la corporación.

El presidente de la AAL, José Luis Moure, abrió el acto con «el placer muy especial» de rendir homenaje a un miembro de la corporación que, además de virtuoso en sus actividades dentro del periodismo y la literatura, es «una extraordinaria persona». Sus palabras de introducción se centraron principalmente en lo que llamó un «paréntesis filológico» —dedicado al origen de la familia de Antonio Requeni y de su apellido— y finalizaron con un elogio.

A continuación, el académico y poeta Rafael Felipe Oteriño pronunció su discurso «Una manifestación de bienes», en alusión al título de la obra de Requeni de cuya publicación se cumple medio centenario. Tras narrar la historia del libro, publicado por la editorial Losada, y las repercusiones que tuvo en la vida profesional de Requeni, afirmó que «pasó la prueba de fuego de los cincuenta años de vida», un periodo que ya lo convierte en un clásico de la poesía.

El académico y poeta Santiago Sylvester fue quien tomó la palabra a continuación para hablar sobre «El poeta desobediente». Describió a Requeni como un escritor cuyo «árbol genealógico entierra sus raíces fuertes en las letras castellanas», y que se dirige a un lector que «tiene que haber paladeado el Siglo de Oro, pero también gustar de la poesía contemporánea». Durante su disertación nombró dos claves en la poesía de Requeni: una es el dominio de la antigua sabiduría; la otra es la «porteñidad», que ejemplificó leyendo un poema que habla de Buenos Aires. «Antonio Requeni debe ser recordado en cualquier antología de la ciudad», señaló Sylvester.

El cierre de la sesión estuvo a cargo del homenajeado, quien en sus palabras de agradecimiento recordó sus primeros años en el diario La Prensa, donde le habían dicho que los homenajes se hacen solo a los muertos, por lo que exclamó: «Este homenaje me hace sentir un poco póstumo». Se refirió a sí mismo como un hombre que se formó con la generación del 40, pero que es un apéndice de ella. Se mostró en contra de la expresión según la cual en esta época de avances tecnológicos y de herramientas digitales «no hay tiempo para oír el laúd de un joven herido de amor». Por el contrario, a su juicio, «mientras existan estos sentimientos de amor, la poesía va a sobrevivir».

El acto lo cerró con la lectura de algunos poemas de su autoría, como «Islas eóleas», «Piedra libre», «El vaso de agua», «Octogenario» y «Gratitudes». Todos estos textos fueron leídos desde un ejemplar de su última obra, publicada por la Academia Argentina de Letras: Poesía reunida.

El periodista y escritor Antonio Requeni nació en Buenos Aires el 8 de septiembre de 1930. Fue elegido académico de número de la AAL el 14 de mayo de 1998 para ocupar el sillón «Miguel Cané». Su recepción pública fue el 23 de septiembre de 1999 y el discurso que pronunció fue sobre «El silencio de Enrique Banchs».

PERIODISTA Y POETA

Trabajó en el diario La Prensa desde 1958 hasta 1994, año en que se jubiló como secretario de redacción. Colaboró en diarios y en la revista Billiken, fue corresponsal de La Voz de las Américas y dirigió la revista Italpress.

Actualmente es crítico de libros en La Nación y es miembro de número de la Academia Nacional de Periodismo, donde coordina la Comisión de Publicaciones.

Es autor de casi una decena de libros de poesía y de cuatro obras en prosa. Sus poemarios son Luz de sueño (1951); Camino de canciones (1953); El alba en las manos (1954); La soledad y el canto (1956); Umbral del horizonte (1960); Manifestación de bienes (1965); Inventario (1974); Línea de sombra (1986); Poemas 1951-1991 (1992); Antología poética (1996) y El vaso de agua (1997). Los libros en prosa son Los viajes y los días (1960), un volumen de crónicas de viaje; El Pirata Malapata, cuentos para niños (1974); Cronicón de las peñas de Buenos Aires (1985), y Travesías, diálogos con Olga Orozco y Gloria Alcorta (1997). Asimismo, publicó los folletos La vida novelesca del Perito Moreno; Breve crónica de la avenida de Mayo, e Israel, entre lo cotidiano y lo sobrenatural.

Ha recibido numerosos premios y distinciones, entre los que destacan el Primer Premio Municipal de Poesía por Línea de sombra, el Primer Premio Municipal de Ensayo Ricardo Rojas por el Cronicón de las peñas de Buenos Aires, el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía, el Laurel de Plata a la Personalidad del Año (rubro Poesía) del Rotary Club de Buenos Aires, la Pluma de Plata del Centro Argentino del PEN Club y la Faja de Honor de la SADE

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