Academia Boliviana de la Lengua

Convenio entre la Universidad de Aquino Bolivia y la Academia Boliviana de la Lengua

13 de Diciembre de 2008

Imagen eliminada.La Academia Boliviana de la Lengua y la Universidad de Aquino Bolivia (UDABOL) han suscrito el viernes 12 de diciembre un Convenio de cooperación interinstitucional por el que la Universidad concede a la ABL, por cinco años, el uso gratuito de un amplio ambiente para la instalación de su biblioteca especializada y otro mediano para su oficina secretarial.
La ABL podrá usar otras instalaciones universitarias para sus reuniones plenarias, actuaciones públicas o sesiones de trabajo. Por su parte, la Academia asesorará y cooperará a la Universidad de Aquino en la elaboración y ejecución de programas culturales, principalmente en materia de literatura y lenguaje. De este modo, se ha solucionado temporalmente el problema creado por la notificación de desalojo que la Academia recibiera hace dos meses, del Banco Central.
El convenio ABL-UDABOL fue suscrito en un acto solemne, ante la prensa, invitados especiales y numeroso público, por el Rector de la Universidad, doctor Antonio Saavedra, Muñoz, y el director de la Academia, Raúl Rivadeneira Prada.

El director de la ABL habla sobre el acuerdo

Después de la suscripción del documento, el director de la ABL dijo que se trata de un acuerdo novedoso entre dos instituciones con profunda vocación de servicio a Bolivia.
Transcribimos, a continuación, un fragmento del discurso:
«Este es un día memorable para la Academia Boliviana de la Lengua, correspondiente de la Real Española, porque marca el comienzo de una nueva época en su ya larga vida institucional consagrada al permanente servicio a la cultura boliviana e hispanoamericana.
La ABL fue fundada en 1927 con la finalidad de trabajar por el idioma en que nos comunicamos los bolivianos entre nosotros y con más de 450 millones de hispanohablantes en el mundo entero.
En 1960, los gobiernos de los países de habla castellana, reunidos en un encuentro internacional, suscribieron el Convenio de Bogotá por el cual los Estados firmantes se comprometían a dotar a sus respectivas Academias de un local propio y recursos económicos para su funcionamiento. Todos los países cumplieron el compromiso, excepto Bolivia, pese a que las juntas directivas de la Academia solicitaron, de manera persistente, que los gobiernos que se sucedieron desde 1960 hasta 1996, cumplan con esa obligación.
En 1997, a través de dos minutas de comunicación, el Senado Nacional consiguió que el Poder Ejecutivo encomendara al Banco Central de Bolivia la dotación de espacios físicos a las Academias de la Lengua, de la Historia, y de Ciencias Económicas. Supusimos entonces –ahora lo sabemos: ingenuamente– que con esa decisión, el Estado disponía que el Banco Central se subrogara la doble obligación, jurídica y moral, de apoyar a sus más elevadas instituciones culturales como lo hacen otros gobiernos. La ilusión se desvaneció totalmente cuando recibimos sendas notificaciones de desalojo, con la reiterada aclaración de que se trataba de una decisión irreversible.
Las Academias solicitaron la revocatoria de esa resolución, pero sólo consiguieron un plazo de seis meses para dejar el inmueble. La situación de desamparo en que el Banco Central –tal vez sea más apropiado decir: el gobierno– deja a las Academias al retirarles su apoyo, compromete gravemente la continuidad de las obras corporativas y daña la imagen del país ante la comunidad internacional.
Este episodio no impide, empero, que la Academia Boliviana de la Lengua exprese, públicamente, su agradecimiento por el hospedaje que le diera el Banco durante poco más de una década, en la grata compañía del Fondo de Cultura y de las Academias hermanas de la Historia y de Ciencias Económicas. Ante el riesgo de paralizar sus actividades, con grave perjuicio para los proyectos panhispánicos en elaboración conjunta de las 22 Academias de la Lengua, la corporación boliviana se empeñó en la búsqueda de una solución perdurable, tomando contacto con diversas instituciones culturales; momento difícil en que esta prestigiosa Universidad de Aquino le tendió su generosa mano, desde el primer diálogo con el Rector, don Antonio Saavedra Muñoz.
En las mesas de trabajo de la Comisión Mixta, contamos con el espíritu abierto y sensible a las obras culturales con que se manifestaron el director académico, Lic. Marcelo Arroyo, y el jefe de la Carrera de Derecho, Dr. Christian Saavedra. Con ellos, el vicedirector, don Mario Frías Infante, y el director de la ABL, Raúl Rivadeneira Prada, pudimos dar forma y contenido al Convenio de cooperación interinstitucional que acabamos de suscribir. Tenemos un acuerdo novedoso. Hasta donde sabemos, sin precedentes en el campo de las actividades culturales dentro del país. Equivale, en buena medida, a una “Alianza estratégica” en el sentido que los expertos le dan a esta modalidad contractual: la unión de voluntades, esfuerzos y recursos de dos o más instituciones similares, en procura de obtener beneficios mutuos. El convenio ABL-UDABOL va más allá de este concepto: se inspira en la vocación de servicio público y en la convicción de que las instituciones académicas deben extender su actividad científica y cultural a la sociedad a la que se deben. 
No quiero terminar este breve discurso sin antes agradecer a las autoridades de esta casa de estudios superiores por acogernos en su magno recinto. Estoy seguro de que, juntas, la Universidad de Aquino y la Academia de la Lengua contribuirán desde ahora, de mejor manera, al desarrollo intelectual de Bolivia».

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