Saludo del secretario general
28 de Enero de 2016Quiero que mis primeras palabras sean de reconocimiento y gratitud para don Humberto López Morales, quien por espacio de veintiún años se desempeñó como secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española: la noble institución que ha reunido, desde 1951, al conjunto de las corporaciones dedicadas en el mundo hispánico al estudio, fomento y expansión de nuestra lengua. Durante más de dos décadas la Asociación, en manos de don Humberto, acometió uno de sus mayores procesos de renovación y estos significaron, además de la hechura de una institución orgánica y moderna, la consolidación de la fraternidad en la lengua común, no otra cosa que la aceptación de la diversidad como riqueza lingüística en la vasta geografía del español que representaban comprometidamente las veintidós academias que han constituido hasta hoy la Asociación.
Unidad y diversidad vinieron a entenderse como conceptos complementarios que harían posible, gracias a un tratamiento de ponderación y armonía, el complejo trabajo de hacer de los llamados proyectos de la ASALE obras representativas de la descripción de nuestra lengua; imágenes sobre la profusión diferencial de la lengua dentro de un marco de acuerdos comunicativos, posiblemente el mayor haber con el que cuenta la lengua que hablamos con independencia de cualquier marca de uso regional.
El acierto teórico sobre el que vinieron a asentarse todos los empeños fue rotulado con el feliz sintagma de política panhispánica (especial mención, aquí, a los presidentes de la Asociación, don Víctor García de la Concha, don José Manuel Blecua y don Darío Villanueva). La impronta de este giro conceptual permitió deslastrarse de los viejos modos de la lingüística académica, tan criticados con razón o sin ella, facilitando como resultado el progreso de una lingüística ganada por la ciencia y por los equilibrios descriptivos objetivamente exigidos. Quedaban atrás todas las incómodas cuestiones sobre la preponderancia de unas hablas del español por encima de otras y, más aún, de unas academias sobre el resto del conjunto de las corporaciones correspondientes que fueron fundándose a partir del último cuarto del siglo xix. El panhispanismo de los proyectos de la ASALE es hoy una realidad condicionada por los equilibrios descriptivos y, especialmente, por la verdad de la lengua, ajena a cualquier forma de hegemonía y, en cambio, movida siempre por las virtudes de la representatividad.
En cuenta de estos logros y de los retos que hoy supone hacerlos más sólidos y sistemáticos, vengo a cumplir con el mandato unánime que sobre mí han hecho descansar las veintidós corporaciones de la ASALE, resultado de la elección llevada a cabo en el XV Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado, en noviembre de 2015, en la ciudad de México. Mis tareas como secretario general, queda claro, no serán otras que las que promuevan el avance de los proyectos en la dirección señalada, que no es más, y esto no es poco, que auspiciar la hermandad hispánica gracias a la lengua.
Saludo fraternalmente a todas las veintitrés academias de la Asociación y me pongo desde ya a su servicio desde esta secretaría general.
Francisco Javier Pérez, secretario general de la ASALE.