Acto de ingreso de Inés Fernández-Ordóñez, el 13 de febrero de 2011. Fototeca de la RAE.

Real Academia Española

Ingreso de Inés Fernández-Ordóñez en la Academia

14 de Febrero de 2011

Inés Fernández-Ordóñez ha ingresado el domingo, 13 de febrero, en la Real Academia Española (RAE) en un acto presidido por el ministro de Educación, Ángel Gabilondo. 

La filóloga Inés Fernández-Ordóñez (Madrid, 1961) ocupará la silla «P», vacante desde el fallecimiento del poeta Ángel González (1925-2008). La nueva académica, elegida el 18 de diciembre de 2008, ha leído el discurso titulado La lengua de Castilla y la formación del español y le ha contestado, en nombre de la institución, José Antonio Pascual, vicedirector de la RAE.

Catedrática de lengua española en la Universidad Autónoma de Madrid, Inés Fernández-Ordóñez es especialista en dialectología, actual e histórica, del español y se interesa sobre todo por la variación gramatical. Dentro de esta última faceta dirige el Corpus Oral y Sonoro del Español Rural, que ha formado, con la colaboración de sucesivas generaciones de alumnos, desde 1990 hasta el presente. Sus investigaciones se centran también en la edición crítica de textos medievales y en el estudio de los textos históricos y cronísticos de la Edad Media peninsular, sobre todo los producidos bajo el patronazgo de Alfonso X el Sabio: la Estoria de España y la General estoria (ambas escritas en torno a 1270-84). Es autora de una extensa bibliografía relacionada con estos temas, sobre los que ha disertado como profesora invitada en distintas universidades españolas y extranjeras.

Resumen del discurso

El español no puede identificarse sin más con el castellano, ni siempre estuvo en Castilla el origen de los rasgos lingüísticos que hoy caracterizan a nuestra lengua. El español es un crisol de rasgos lingüísticos de dispar procedencia (asturleoneses, navarroaragoneses, gallegoportugueses, catalanes) que confluyeron sobre el territorio del centro peninsular, sin que por ello se pueda identificar solo con la lengua de Castilla. 

Esta es la idea central del discurso La lengua de Castilla y la formación del español, de Inés Fernández-Ordóñez.

De acuerdo con la reconstrucción histórica tradicional debida a Ramón Menéndez Pidal, el fundador de la escuela filológica española, el castellano se extendió desde el norte hacia el centro y el sur de la península ibérica acompañando a la conquista medieval de las tierras de al-Ándalus. La extensión del castellano, paralela a la expansión militar de Castilla, determinó la castellanización de las tierras conquistadas y, tras la anexión política, la de los reinos de León, Navarra y Aragón. Pero estas ideas deben matizarse. Por un lado, porque el protagonismo concedido a los rasgos castellanos en la constitución histórica del español se debe a la visión de la historia peninsular propia de la generación del 98, a la que Menéndez Pidal pertenecía. 

Castilla y lo castellano se juzgaba esencia de lo hispánico y esa visión condicionó la interpretación de la historia de la lengua y de la literatura. Por otro lado, porque los datos lingüísticos obtenidos de fuentes varias y, en especial, del Atlas lingüístico de la Península Ibérica, no corroboran esa reconstrucción. Los materiales de ese Atlas, cuyas encuestas tuvieron lugar antes de la guerra civil bajo la dirección de un discípulo de Menéndez Pidal, don Tomás Navarro Tomás, estuvieron perdidos por largo tiempo. 

Su reaparición desde 2001 permite contemplar un panorama ciertamente más complejo de la historia del español, tanto para la fonética como para la gramática y el léxico. Los patrones de distribución geográfica de muchas palabras tradicionales revelan que en el reino de Castilla se hablaron variedades diversas y que esas modalidades también eran empleadas en territorios jurisdiccionalmente no castellanos, como León, Navarra o Aragón. Ello pone de manifiesto los márgenes amplios, no solo castellanos, de nuestra lengua. Sin descartar el origen castellano de ciertos rasgos lingüísticos, se muestra que, para muchos otros aspectos hoy propios del español, el origen fue occidental, asturleonés, gallego o portugués. Ese sería el caso de nuestro sistema moderno de relativos, que distingue quien yque, o el del indefinido alguien. Otros rasgos, en cambio, tuvieron su nacimiento en el oriente peninsular, bien en navarro, aragonés o catalán. Por ejemplo, los pronombres nosotros y vosotros o los tiempos compuestos se dieron mucho antes en la corona de Aragón que en Castilla. No siempre fue Castilla el foco geográfico en que se originaron los rasgos lingüísticos que caracterizan hoy al español, ni por ello puede estimarse que esté solo en Castilla la impronta definitoria de nuestra lengua. Así, por ejemplo, el laísmo castellano no se ha impuesto en el español general ni en la lengua culta, pese a contar con ejemplos muy antiguos. Con todo ello, la constitución histórica del español no se explica simplemente por la «castellanización» de territorios ajenos a Castilla o conquistados por ella, sino por el contacto entre las variedades lingüísticas que se hablaban en el centro peninsular, contacto en el que no siempre se impusieron los rasgos lingüísticos castellanos.

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