Academia Ecuatoriana de la Lengua

Historia

La Academia Ecuatoriana de la Lengua (AEL), la segunda fundada en América, se estableció en Quito el 15 de octubre de 1874, aunque su reconocimiento jurídico data del 4 de mayo de 1875. Los miembros fundadores fueron Pedro Fermín Cevallos, Julio Zaldumbide, Belisario Peña, Francisco Javier Salazar, Pablo Herrera y José Modesto Espinosa, quienes ya eran con anterioridad miembros correspondientes de la Real Academia Española (RAE).

Actualmente, la institución se compone de diecinueve miembros de número, elegidos según los criterios establecidos en sus últimos estatutos, publicados en 2011. Las plazas están designadas con cada una de las letras del alfabeto español. Asimismo, la AEL puede nombrar hasta veintisiete miembros correspondientes residentes en el Ecuador y diez en el extranjero; igualmente, diez miembros honorarios.

A lo largo de su historia, la academia ha publicado la revista Memorias y la colección Horizonte Cultural, que reedita antiguas obras de sus miembros, con un estudio preliminar actual, y ensayos relativos a estudios idiomáticos o de crítica literaria.

La corporación ecuatoriana procura mantener la comunicación institucional con las academias y entidades similares; fomenta y propaga el estudio de la lengua mediante sesiones privadas, conferencias, congresos y publicaciones especializadas. Asimismo, responde a solicitudes sobre dudas idiomáticas y asesora a autoridades nacionales, seccionales o locales, y a los medios de comunicación. Ejecuta planes y proyectos encaminados al conocimiento, estudio y difusión del español en el Ecuador, y al engrandecimiento de las letras del país. Además, mantiene convenios con algunas instituciones políticas y culturales para corregir el estilo de las leyes, códigos y textos que le fueren entregados. Dicta conferencias, cursos de corrección idiomática y de actualización de conocimientos sobre temas atinentes a la lengua.

En abril de 2016, la academia en colaboración con la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) organizó unas Jornadas Cervantinas, en conmemoración de los cuatrocientos años del fallecimiento del escritor.

La AEL premia la excelencia de la labor de sus miembros ilustres, con la condecoración anual Pedro Fermín Cevallos. En 2005, la academia recibió el Premio Nacional Eugenio Espejo, el más importante de los concedidos en el país.

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